En el mundo de la ambición de alto octanaje y la ingeniería innovadora, pocos vehículos han dejado una huella tan indeleble como el Spirit of America Sonic I. Una vez un icono estruendoso de velocidad, esta maravilla propulsada por un motor a reacción se prepara ahora para su próximo capítulo—dirigiéndose a subasta con un precio esperado de hasta $1 millón. Por primera vez, este misil terrestre que establece récords podría ser tuyo.
Una Visión de Velocidad Impulsada por Jet
El Spirit of America Sonic I no era solo un coche—era la audaz apuesta de Craig Breedlove por conquistar lo imposible. Breedlove, una leyenda entre los entusiastas de la velocidad, no era ajeno a romper límites. Para cuando el Sonic I llegó a los Salares de Bonneville en 1965, Breedlove ya había establecido cinco récords de velocidad en tierra, cada uno más audaz que el anterior. ¿Su arma secreta? Motores a reacción turbojet más adecuados para aviones de combate que para coches.
A diferencia de los vehículos tradicionales impulsados por motores de combustión, el Sonic I contaba con un turbojet General Electric J79, diseñado originalmente para el caza F-4 Phantom II. Con una asombrosa potencia de 15,000 libras de empuje, el Sonic I fue diseñado para romper la barrera del sonido. Con cuatro ruedas de aluminio forjado envueltas en neumáticos Goodyear, un fuselaje aerodinámico y paracaídas de frenado para desacelerarlo, era esencialmente un caza para temerarios en tierra.
Carreras Récords
El Sonic I hizo su debut en las Salinas de Bonneville, un icónico campo de pruebas para los amantes de la velocidad. En 1965, Breedlove pilotó esta obra maestra mecánica a una asombrosa 555.485 mph (893.966 kph), recuperando brevemente el récord de velocidad terrestre. Pero Breedlove no había terminado. En un intento posterior, se convirtió en el primer humano en superar 600 mph, alcanzando una increíble 600.601 mph (966.573 kph)—un hito histórico en la historia automotriz e ingenieril.
Breedlove no fue el único en aprovechar la potencia bruta del Sonic I. Su esposa, Lee Breedlove, dejó su huella como la mujer más rápida del mundo, registrando una velocidad máxima de 308.506 mph (496.492 kph) en el mismo vehículo. Aunque el Sonic I no logró su objetivo final de romper la barrera del sonido (una hazaña finalmente lograda por el Thrust SSC en 1997), sigue siendo un símbolo perdurable de la ingeniosidad y ambición humanas.
De Bonneville al Bloque de Subastas
Después de su carrera récord, el Spirit of America Sonic I se retiró en 1975, encontrando un hogar en el Museo del Indianapolis Motor Speedway. Durante décadas, ha cautivado al público como un relicario de una era dorada de la velocidad, apareciendo ocasionalmente en eventos especiales. Ahora, esta máquina única se dirige a la subasta de RM Sotheby’s en Miami, programada para febrero de 2025.
Por qué el Sonic I sigue importando
El Spirit of America Sonic I no es solo un vehículo, es una pieza de historia, un testimonio de la búsqueda incansable de velocidad e innovación. Desde su pionero uso de propulsión a chorro hasta sus récords revolucionarios, el Sonic I sigue siendo un referente de lo que es posible cuando la ambición se encuentra con el genio de la ingeniería.
La etiqueta de precio estimada de $1 millón puede parecer elevada, pero para los coleccionistas y entusiastas de la velocidad, poseer el Sonic I es como tener un pedazo de la luna. No es solo un coche; es una historia, un legado y un desafío a los límites de lo que las máquinas—y los humanos—pueden lograr.
Una última oportunidad para poseer una leyenda
Para aquellos afortunados que tengan la oportunidad de pujar por esta pieza de la historia automotriz, el Sonic I ofrece más que derechos de presumir. Es una oportunidad única en la vida para poseer un vehículo que redefinió la velocidad, inspiró generaciones y sigue siendo un monumento a la ambición humana. La pregunta es: ¿quién se levantará ante el desafío y reclamará esta extraordinaria máquina?