Volvo, que una vez estuvo a la vanguardia de la eliminación de motores de combustión, está reafirmando su compromiso de prohibir la venta de nuevos coches con motor de combustión interna (ICE) en Europa para 2035. El fabricante sueco de automóviles, junto a 49 otras empresas, incluida la fabricante de vehículos eléctricos Rivian, ha firmado una declaración instando a la Unión Europea a mantener sus estrictos objetivos de emisiones. El CEO de Volvo, Jim Rowan, enfatizó que la prohibición de los vehículos ICE sería la «acción más grande» para reducir las emisiones de carbono en el sector automotriz. Sin embargo, a pesar del llamado de Volvo, el camino hacia un futuro de cero emisiones es todo menos fluido.
Mientras Volvo y otros signatarios, como Uber e Ikea, respaldan el plan de la UE, algunos de los actores más importantes de la industria automotriz están notablemente ausentes de esta declaración. Fabricantes de automóviles como Tesla, a pesar de ser una marca puramente de vehículos eléctricos, no fueron mencionados. Mientras tanto, voces influyentes dentro de la industria, incluido el Director Financiero de Porsche, Lutz Meschke, han sugerido que la prohibición de 2035 podría enfrentar retrasos. Italia, en particular, lidera una narrativa en contra, con su Ministro de Medio Ambiente, Gilberto Pichetto Fratin, calificando la prohibición de «absurda» y pidiendo una «visión pragmática» en lugar de un enfoque «ideológico» para eliminar los coches de gasolina y diésel. La Primera Ministra Giorgia Meloni resonó con estos sentimientos, advirtiendo que tal prohibición podría ser «autodestructiva» para el mercado automotriz europeo.
Un aspecto crítico del debate gira en torno a los combustibles sintéticos y el hidrógeno, con Alemania presionando fuertemente por exenciones que permitan que los coches impulsados por combustibles neutros en carbono sigan operando después de 2034. La Comisión Europea ha informado que ha acordado proporcionar un marco legal para dichos vehículos, señalando que la prohibición podría no ser un final absoluto para los motores de combustión, sino más bien una prohibición de las emisiones dañinas.
Para Volvo, las apuestas son altas. El fabricante de automóviles ya ha tomado medidas significativas hacia un futuro completamente eléctrico, cesando la producción de diésel en marzo y proyectando que los híbridos enchufables (PHEVs) y los vehículos eléctricos (EVs) dominarán el 90-100% de sus ventas para 2030. Actualmente, los modelos electrificados representan casi la mitad de los envíos de Volvo, con expectativas de que ese número alcance el 50-60% para 2025.
Sin embargo, el desacuerdo de otros sectores de la industria amenaza con empañar la situación. A medida que algunas naciones y fabricantes de automóviles presionan por retrasos y exenciones, las ramificaciones globales son inmensas. Un retraso en Europa podría causar un efecto dominó, obligando a los fabricantes a reconsiderar sus economías de escala y potencialmente deteniendo la producción de ciertos modelos de motores de combustión interna (ICE) en todo el mundo.
A medida que el debate continúa, una cosa está clara: el futuro de los automóviles en Europa dará forma a la dirección de la industria automotriz global. Volvo puede tener la vista puesta en un futuro más limpio, pero el camino por delante está lleno de desafíos a medida que otras fuerzas poderosas resisten el cambio.