El accidente de Ryan Preece en el Daytona International Speedway fue nada menos que escalofriante, dejando a fans y pilotos en estado de shock. El Ford No. 60 del piloto de RFK Racing despegó en un aterrador choque con solo cinco vueltas restantes, volcando violentamente antes de finalmente aterrizar sobre sus ruedas.
Incluso los comentaristas experimentados en la cabina de transmisión de FOX Sports quedaron atónitos, exclamando:
“Nunca he visto un coche hacer eso.”
Fue un accidente que instantáneamente trajo de vuelta escalofriantes recuerdos de su accidente de 2023, otro violento incidente en el aire que llevó a los funcionarios de Daytona a asfaltar el interior en un intento por minimizar tales accidentes. Sin embargo, aquí estamos, solo un año después, presenciando otro momento aterrador que podría haber terminado en desastre.
La reacción en cadena que envió a Preece volando
Todo comenzó cuando Christopher Bell recibió un gran empujón de Cole Custer, haciendo que su Toyota No. 20 girara fuera de control. Preece, que estaba corriendo en el grupo, fue atrapado en el caos—y ahí fue cuando las cosas tomaron un giro aterrador.
El frente del Ford No. 60 se levantó del suelo, y de repente, estaba en el aire, dando vueltas violentamente por la pista. Para empeorar las cosas, su auto montó sobre el No. 43 de Erik Jones durante un período prolongado, creando una de las visuales más aterradoras en la historia reciente de NASCAR.
Esto fue exactamente el tipo de accidente a alta velocidad que los oficiales de NASCAR han estado trabajando para prevenir, pero una vez más, la imprevisibilidad de Daytona convirtió una carrera en una prueba de supervivencia.
El momento aterrador de Preece: «Todo lo que pensé fue en mi hija»
Las imágenes de la cámara a bordo de Preece revelaron el horror absoluto del momento—se podía ver al conductor preparándose para el impacto mientras su coche despegaba en el aire. Sabía exactamente lo que venía, y en ese segundo, sus pensamientos no eran sobre la carrera—eran sobre la supervivencia.
Después de ser revisado y milagrosamente dado de alta del centro de atención en el campo, Preece compartió sus emociones:
“Sí, no sé si es el difusor o qué hace que estos coches sean como una tabla de contrachapado cuando sales en un día ventoso. Pero cuando el coche despegó así, se volvió muy silencioso.”
“Todo lo que pensé fue en mi hija, así que tengo suerte de poder alejarme, pero nos estamos acercando mucho a que alguien no pueda, así que estoy muy agradecido.”
Sus palabras llevan una verdad escalofriante—estos coches están peligrosamente cerca de cruzar la línea entre lo sobrevivible y lo catastrófico.
Una escapada afortunada, pero ¿cuánto tiempo pasará hasta que ocurra una catástrofe?
Para Preece, la frustración era evidente. Su coche era rápido, competitivo y capaz de un buen final, solo para que otro accidente en el superspeedway le arrebatara esa oportunidad.
“Eso apesta. Quiero decir, esta cosa era rápida. Es frustrante cuando terminas tu día así.”
Pero más allá de la decepción, la mayor preocupación de Preece es la seguridad. Su accidente no fue solo otro choque—fue otro momento de alerta para NASCAR, otro casi accidente que podría haber sido fatal.
Correr en superspeedways ha sido durante mucho tiempo un espectáculo emocionante pero peligroso, pero como dijo Preece, estamos acercándonos peligrosamente a la línea donde la suerte puede agotarse para el próximo conductor atrapado en un accidente así.
Por ahora, Preece sale ileso—pero NASCAR tiene que preguntarse cuántas más advertencias recibirán antes de que ocurra una tragedia.