Desde hace semanas, las calles una vez pacíficas de San Francisco han sido sacudidas por una implacable ráfaga de bocinazos, pero no por el típico tráfico nocturno. No, esta pesadilla sónica viene cortesía de la tecnología que prometía traernos un futuro más tranquilo y eficiente: los autos sin conductor de Waymo.
Residentes como Randol White, quien simplemente quería disfrutar de una noche tranquila en su condominio, se han encontrado despertados a cualquier hora por los estridentes cláxones de estas supuestas maravillas autónomas. «Pensé que solo era algo puntual, pero ha sido un infierno viviente durante las últimas dos semanas», lamentó White, su frustración palpable. No está solo. Russell Pofsky, otra víctima del terror tecnológico de Waymo, dice que se ha despertado más veces en las últimas dos semanas que en sus dos décadas viviendo allí. «Esto no es solo una molestia», se enfureció Pofsky. «Es tortura».
¿El culpable? Un estacionamiento lleno de autos Waymo confundidos que, por razones desconocidas, de repente deciden comenzar a tocarse la bocina como si estuvieran en una pelea mecánica en la calle. La situación es tan grave que está afectando la calidad de vida de los residentes, y Pofsky admite que su mal humor los lunes por la mañana ha alcanzado nuevos niveles.
¿Pero lo peor de todo? ¡Waymo sabe sobre el problema! En una respuesta insípida y corporativa que hace poco por calmar la ira de los residentes privados de sueño, Waymo admitió: «Somos conscientes de que en algunos escenarios nuestros vehículos pueden tocar brevemente la bocina mientras navegan por nuestros estacionamientos. Hemos identificado la causa y estamos en proceso de implementar una solución». ¿Una solución? ¡Díganle eso a las personas que han estado viviendo esta pesadilla!
En un giro irónico, White —quien alguna vez elogió a Waymo como un faro de conveniencia futurista— ahora se encuentra atrapado en una pesadilla tecnológica las 24 horas del día, los 7 días de la semana. «Estaba completamente a favor de Waymo hasta que comenzó esta locura estruendosa. Ahora, todo lo que quiero es que termine», dijo, su apoyo entusiasta por la compañía ahora aplastado bajo el peso del ruido interminable.
En cuanto a Waymo, su llamado «proceso» para solucionar el problema mejor ser rápido. Los residentes de San Francisco no solo están perdiendo el sueño, están perdiendo la paciencia. Y si Waymo no calla pronto esos cláxones rebeldes, podrían encontrarse con un problema mucho más grande que unos pocos autos con mal funcionamiento.