Carlos Tavares, el ex CEO de Stellantis, se llevó a casa unos impresionantes 36.4 millones de euros en ganancias para 2023, lo que provocó indignación por la astronómica brecha entre su salario y el del empleado promedio. Sus ganancias fueron 518 veces el salario del trabajador promedio, lo que generó titulares en toda Europa como un recordatorio contundente de la desigualdad salarial corporativa.
Un Salario para Recordar
El último año de Tavares al frente de Stellantis vio cómo su salario se disparaba un 55.6% en comparación con el año anterior. Según El País, un asombroso 93% de sus ganancias estaban vinculadas a incentivos de rendimiento, subrayando los sólidos resultados financieros de la empresa bajo su liderazgo. Stellantis, el gigante automotriz detrás de marcas como Fiat, Chrysler, Alfa Romeo y Peugeot, prosperó durante su mandato, pero el tamaño de su salario ha dejado a muchos cuestionando la ética de tal compensación masiva.
Las ganancias de Tavares no solo fueron masivas en comparación con su fuerza laboral, sino que también eclipsaron las de sus pares. Ganó un 27% más que Oliver Blume, el CEO del Grupo Volkswagen, consolidando aún más su estatus como uno de los ejecutivos mejor pagados de la industria.
Un Legado de Controversia
Tavares renunció oficialmente como CEO este pasado domingo, dejando a Stellantis en busca de un nuevo líder, con un sucesor esperado para mediados de 2025. Si bien su liderazgo trajo una rentabilidad récord, los críticos argumentan que tales aumentos desproporcionados plantean serias preocupaciones sobre la equidad, especialmente cuando los salarios de los trabajadores permanecen estancados en comparación.
Una Brecha Creciente
El salario de 36.4 millones de euros es el último punto de controversia en el debate global sobre la compensación de ejecutivos. Con los líderes corporativos embolsándose sumas cada vez mayores, el contraste entre los ingresos de los CEO y los salarios de los trabajadores nunca ha sido tan evidente.
El próximo CEO de Stellantis no solo heredará un próspero imperio automotriz, sino también una tormenta de escrutinio sobre cómo se distribuyen las ganancias corporativas. Para Tavares, sin embargo, la cuestión es irrelevante—se va con su legado y una fortuna en el banco.