Han pasado casi treinta años desde que el mundo de la Fórmula 1 fue testigo de uno de sus momentos más desgarradores: el horrible accidente que involucró a Mika Hakkinen en el Gran Premio de Australia de 1995. Viajando a una velocidad asombrosa de 200 km/h, el prodigio finlandés de las carreras sufrió un choque contra una pared, causando lesiones graves que lo hicieron luchar por su vida.
Mika Hakkinen, apodado el ‘Finn volador’, era un fuerte contendiente para ganar la carrera. Sin embargo, un dramático accidente durante las rondas de clasificación del viernes lo dejó luchando por sobrevivir. Su McLaren MP4/10C sufrió un repentino pinchazo en la rueda trasera izquierda durante las vueltas de clasificación, lo que provocó que Hakkinen girara fuera de control. Su coche golpeó un bordillo, despegó y se estrelló contra la barrera de neumáticos a una velocidad alarmante de alrededor de 200 km/h.
En su tercera temporada con McLaren, Hakkinen golpeó su cabeza contra el volante, rompiéndolo por la mitad, antes de chocar con el borde de la cabina. El impacto fracturó su cráneo, lo dejó inconsciente y bloqueó su vía aérea. En un golpe de suerte, el doctor de la FIA Sid Watkins, y un especialista en cuidados intensivos que estaba entre el público viendo las rondas de clasificación, corrieron a la escena y realizaron una traqueotomía de emergencia, salvando la vida de Hakkinen.
Hakkinen más tarde relató su experiencia desgarradora a MTV: «Recuerdo estar sentado en el coche, tratando de mover mis manos, pero no podía. Intenté una y otra vez, dándome cuenta de la gravedad de lo que había sucedido. Recuerdo el dolor, la incapacidad de moverme, y saber que necesitaba mantener la calma y dejar que el equipo médico hiciera su trabajo.»
El hospital estaba a solo 200 metros del lugar del accidente, otra circunstancia fortuita en ese fatídico día. En la película ‘Motorsport Heroes’ para Motorsport.TV, Hakkinen tocó el tema de las secuelas: «Estuve en coma durante unos días. Cuando desperté, la realidad me golpeó con fuerza. El daño nervioso causado por el impacto había dejado un lado de mi cara paralizado. Durante mi estancia de cinco semanas, me sometí a pruebas de gusto y olfato.»
Tras su regreso a Londres un mes después del accidente y luego a Mónaco, el doctor de la FIA, Watkins, desempeñó un papel significativo en el programa de rehabilitación de Hakkinen. Hakkinen recordó la lucha, tanto mental como física, para volver a ponerse al volante. A pesar de los intensos dolores de cabeza y los problemas persistentes con su cara y audición, su determinación permaneció inquebrantable.
Cuando Hakkinen finalmente volvió a subirse al coche, sintió un sentido de pertenencia. En un regreso triunfal, marcó un tiempo medio segundo más rápido que el Ferrari de Michael Schumacher el día anterior. Dos años después de ese día en Adelaide, Hakkinen ganó su primer Gran Premio para McLaren en el Gran Premio de Europa de 1997, y continuó asegurando títulos mundiales consecutivos en 1998 y 1999.
El accidente dejó un impacto duradero en Hakkinen y en todos los involucrados. Ron Dennis, entonces jefe del equipo McLaren, lo consideró su «peor» momento en la Fórmula 1. Se sintió profundamente afectado por la posibilidad de que un piloto pudiera haber muerto en su coche. Este incidente también afectó la dinámica de McLaren cuando David Coulthard se unió como compañero de equipo de Hakkinen en 1996. Coulthard notó un vínculo arraigado entre Dennis y Hakkinen, que percibió como un trato preferencial.
Hakkinen nunca volvió al circuito de Adelaide en Fórmula 1. Su primera carrera de regreso fue en el Gran Premio de Australia de 1996, celebrado en el circuito de Albert Park. Hakkinen se retiró de su carrera en Fórmula 1 al final de la temporada 2001, dejando un impresionante historial de 20 victorias, 50 podios y dos títulos mundiales. Su resiliencia y triunfo sobre la adversidad continúan inspirando.