En este punto, no es solo dominio — es una toma de control total en el circuito.
Shane van Gisbergen, la sensación kiwi que ha puesto patas arriba el mundo de NASCAR, ofreció otra clase magistral el domingo, arrasando hacia la victoria en el Toyota/Save Mart 350 y reclamando su tercera victoria en la serie Cup de la temporada — y su segunda consecutiva en solo siete días.
No solo ganó. Lo aplastó.
Desde la caída de la bandera verde, van Gisbergen estuvo en una clase propia, atravesando las colinas sinuosas de Sonoma como si tuviera el circuito tatuado en su cerebro. El coche estaba perfectamente ajustado, el ritmo era impecable, y la agresividad? Clínica.
Para el resto de la parrilla, fue una larga tarde persiguiendo humo.
La ejecución de SVG fue quirúrgica — superando a los rivales en la curva 11, abrazando los vértices en los Esses, y gestionando el desgaste de los neumáticos como si hubiera estado haciendo esto en NASCAR durante una década. Esta no fue solo una gran carrera — fue un recordatorio de que en cualquier circuito, Shane van Gisbergen es el hombre a vencer.
¿Qué lo hace aún más impresionante? Este es el primer año. Una leyenda de Supercars no solo se está adaptando a la serie Cup, sino que la está dominando cada vez que el circuito se retuerce y gira.
Esta victoria en Sonoma se suma a un comienzo ya eléctrico en su carrera en NASCAR. Tres victorias. Múltiples podios. Dos banderas a cuadros consecutivas. Y con cada vuelta, van Gisbergen está reescribiendo lo que es posible para los recién llegados en la serie Cup.
El paddock está prestando atención. Y también lo está el resto del mundo de las carreras.