Las ventas de Mercedes-Benz continúan acelerando, como consecuencia positiva del ambicioso programa de nuevos productos con electrificación, y la submarca deportiva Mercedes-AMG ha participado en la fiesta, alcanzando un número récord de ventas. Las versiones deportivas de la Clase C son una parte muy importante de este éxito, aunque no siempre pacífico…
La electrificación del C 63 AMG, en formato híbrido enchufable (PHEV), representó un importante cambio en la historia del mítico deportivo. En lugar del anterior V8, surge el que actualmente es el motor de 2.0 más potente de producción en serie, sobrealimentado, con una arquitectura de «solo» cuatro cilindros en línea y 476 CV de potencia. Este motor está respaldado por un motor eléctrico de 204 CV, montado en el eje trasero, para obtener una potencia combinada máxima de 680 CV y 1020 Nm.
Además del sistema de hibridación inspirado en la tecnología utilizada en la Fórmula 1, el sistema de sobrealimentación es proporcionado por un turbo eléctrico, capaz de asegurar una respuesta casi instantánea al pisar el acelerador, minimizando el famoso «turbo lag» o retraso en la respuesta. El motor eléctrico solo impulsa las ruedas del eje trasero (sistema de tracción integral 4Matic+), con Mercedes anunciando una autonomía de hasta 13 km en modo puramente eléctrico.
Pero no todo son buenas noticias: al parecer, algunos fanáticos de la empresa de Affalterbach, fundada hace unos 50 años (1967) y que Daimler posee al 100% solo desde 2005, estarían insatisfechos con el cambio, lo que alimentó el rumor de que la marca cambiaría el motor de cuatro cilindros turbo de 2.0 litros instalado en el C63 por un V8 de 4.0 litros. Michael Schiebe, máximo responsable de la división deportiva, en una entrevista con TopGear, dejó las cosas claras: ¡el motor de cuatro cilindros se queda! Este responsable admitió que AMG no puede persuadir a todos los fanáticos del V8 para que compren el nuevo modelo con motor de 2.0 litros, pero destaca su importancia en la gama PHEV, atrayendo a clientes que de otra manera ni siquiera considerarían el sedán deportivo.