La última disputa entre el actual campeón mundial de Fórmula 1, Max Verstappen, y la FIA ha tomado un giro inesperado, ya que la postura estricta del organismo regulador sobre el uso de malas palabras llevó a un enfrentamiento de alto perfil en el Gran Premio de Singapur. Verstappen fue sancionado con lo que equivale a trabajo comunitario por usar lenguaje ofensivo en una conferencia de prensa previa al evento, lo que llevó al piloto neerlandés a minimizar su participación en las conferencias posteriores a la clasificación y a la carrera como una forma de protesta.
En su lugar, Verstappen optó por sesiones de medios privadas improvisadas, dejando claro que su problema era específicamente con la FIA y su presidente, Mohammed Ben Sulayem, cuya represión del lenguaje soez ya había generado críticas generalizadas. Las consecuencias han planteado interrogantes sobre si la FIA ha escalado innecesariamente la situación y si la protesta de Verstappen es justificada.
¿La Enfoque Duro de la FIA: Un Gol en Propia Puerta?
Los analistas de motorsport Edd Straw, Scott Mitchell-Malm y Glenn Freeman discutieron recientemente la controversia en un video de YouTube, con un consenso compartido de que la FIA y Ben Sulayem han manejado la situación de manera deficiente.
“No me importa que la FIA tenga una posición de, ‘Por favor, no usen malas palabras en nuestras conferencias de prensa’”, explicó Freeman. “Pero la manera de manejarlo es hablar con las personas y decirles, ‘Miren, cuando estén en este entorno, ese es nuestro entorno, por favor, ¿pueden cuidar su lenguaje?’ Hablen con estas personas como adultos y ellas actuarán como adultos en respuesta.”
Los analistas criticaron la decisión de la FIA de adoptar un enfoque punitivo en lugar de interactuar directamente con los pilotos. Straw argumentó que la postura agresiva de la FIA ha tenido un efecto contraproducente, presentando a Verstappen como la parte razonable y haciendo que la FIA parezca excesivamente dura.
“Ben Sulayem básicamente ha ido a la ofensiva… Él termina luciendo desproporcionado, y Verstappen termina pareciendo la voz de la razón,” dijo Straw. “Si quieres mantener el lenguaje limpio en las conferencias de prensa de la FIA, eso no es remotamente irrazonable. Pero al ser tan contundente, Ben Sulayem ha hecho que él mismo y la FIA parezcan bastante mezquinos en este asunto. Eso es perder porque simplemente hace que la FIA se vea estúpida.”
La Protesta de Verstappen: Un Movimiento Calculado
La respuesta de Verstappen a las acciones de la FIA ha sido medida, con el holandés eligiendo no rechazar por completo las obligaciones mediáticas, sino limitar sus apariciones en las conferencias de prensa obligadas por la FIA. Mitchell-Malm señaló que el enfoque de Verstappen ha sido cuidadosamente elaborado para resaltar su descontento sin alienar a los aficionados o a los medios.
“Hay que aplaudir a Verstappen por la forma en que dejó muy claro hacia dónde estaba apuntando su dedo medio metafórico,” dijo Mitchell-Malm. La discusión subrayó que, aunque las acciones de Verstappen pueden parecer menores, tienen un peso significativo en la lucha de poder en curso entre el piloto y la FIA.
Insultos y Radios de Equipo: Una Batalla que la FIA No Puede Ganar
La represión de la FIA sobre las palabrotas se extiende más allá de las conferencias de prensa, con Ben Sulayem sugiriendo límites en la transmisión de groserías a través de la radio del equipo. Esto ha provocado una mayor reacción, ya que Straw y Freeman señalaron la futilidad de controlar el lenguaje de los conductores durante momentos de alta presión en la pista.
“Son atletas, están compitiendo, las frecuencias cardíacas son de 150ppm, 160ppm, 170ppm,” dijo Straw. “Si algo sale mal y están molestos, van a decir cosas en el calor del momento. Es absurdo tratar de controlar eso.”
Freeman agregó que incluso si la FIA logra imponer límites en el lenguaje, es poco probable que gane la batalla más amplia con el brazo comercial de la Fórmula 1, que valora las comunicaciones de radio crudas y sin filtros por su valor de entretenimiento. “La F1 no va a dejar de usar estos brillantemente atrevidos mensajes de radio con las palabras censuradas para la transmisión principal. Es buen contenido, no va a desaparecer,” dijo Freeman.
El Futuro de Verstappen: Frustraciones e Incertidumbre
El enfrentamiento de Verstappen con la FIA alimenta frustraciones más amplias que lo han llevado a cuestionar su futuro a largo plazo en la F1. El holandés ha sido vocal sobre su descontento con el creciente calendario, el número de circuitos urbanos y lo que considera obligaciones excesivas de relaciones públicas y medios. Sus últimos comentarios sugieren que el enfoque de la FIA hacia la represión de las groserías es otro factor que lo empuja a reconsiderar su compromiso con el deporte.
“Entiendo por qué suena un poco mezquino cuando se ve que Verstappen ha dicho que podría dejar la F1 por esta disputa sobre groserías,” dijo Mitchell-Malm. “Pero lo que está diciendo es que esto se suma a frustraciones más amplias donde termina pensando: en realidad, ¿vale la pena?”
Una Batalla que la FIA No Puede Permitirse Perder
Straw comparó la posición de Verstappen con la de Ayrton Senna, quien famosa y hábilmente ejerció su influencia contra el organismo rector a finales de los años 80 y principios de los 90. Al igual que Senna, Verstappen tiene un poder significativo como una de las figuras más destacadas del deporte, y su disposición a oponerse a la FIA coloca al organismo en una posición difícil.
“Verstappen tiene una gran cantidad de poder en esto porque si uno de los grandes de todos los tiempos de la F1 está dispuesto a alejarse… entonces eso refleja muy mal en la F1,” dijo Straw. “La FIA y Ben Sulayem pueden tener el poder regulador, pero Max Verstappen tiene el verdadero poder.”
En última instancia, el consenso entre los analistas era claro: la postura agresiva de la FIA contra Verstappen y el problema más amplio de las groserías no solo es irremontable, sino también perjudicial para su reputación. Si el organismo rector continúa por este camino, corre el riesgo de alienar a una de sus mayores estrellas y de parecer cada vez más desconectado de las realidades del automovilismo moderno.