La confirmación oficial de la salida de Sergio Pérez de Red Bull marca el final de un capítulo tumultuoso tanto para el piloto como para el equipo. Lo que comenzó como una asociación prometedora en 2021, basada en la consistencia de Pérez y su capacidad para apoyar a Max Verstappen, terminó con un colapso sin precedentes en su rendimiento que contribuyó significativamente a la caída de Red Bull al tercer lugar en el Campeonato de Constructores. Sin embargo, por mucho que Pérez deba asumir parte de la culpa, la verdadera pregunta es si el enfoque de Red Bull condenó la asociación desde el principio.
El Asombroso Declive de Pérez
La magnitud de la caída de Pérez en 2024 es casi incomprensible. Después de comenzar la temporada con fuerza, con finales en el podio y actuaciones competitivas, sus resultados se desintegraron tras el Gran Premio de Miami. En las 18 carreras siguientes, Pérez logró un pobre 49 puntos, una producción más acorde con un piloto del medio del pelotón que con un competidor en un coche ganador del campeonato.
El golpe final llegó en Bakú, donde un accidente mientras luchaba por un podio simbolizó sus luchas más amplias. Mientras Verstappen continuaba acumulando victorias y sumando 301 puntos en el mismo período, Pérez languidecía en la irrelevancia. Su incapacidad para adaptarse a las características en evolución del RB20, combinada con la dominancia inigualable de Verstappen, hizo que su posición fuera insostenible.
El Papel de Red Bull en el Declive de Pérez
Las dificultades de Pérez no fueron completamente auto infligidas. La filosofía de desarrollo de coches de Red Bull ha estado durante mucho tiempo adaptada al estilo de conducción agresivo de Verstappen, dejando al segundo piloto la tarea de adaptarse—o fracasar. Este entorno es implacable, como lo evidencian los destinos de Pierre Gasly, Alex Albon y ahora Pérez.
Contratar a Pérez se suponía que rompería este ciclo. Su experiencia y su historial comprobado en coches de media tabla ofrecían una presencia estabilizadora, y por un tiempo, funcionó. Pérez desempeñó un papel clave en la campaña por el título de Verstappen en 2021 y ayudó a asegurar campeonatos de Constructores consecutivos en 2022 y 2023. Pero a medida que la dominancia de Red Bull se desvanecía en 2024, las grietas en su estrategia de segundo piloto quedaron al descubierto.
El Debacle del Contrato
La decisión de extender el contrato de Pérez hasta 2026, anunciada durante su caída a mitad de temporada, ahora parece inexplicable. Red Bull tenía pruebas suficientes de que Pérez estaba luchando por adaptarse al coche y al entorno de alta presión del equipo. En lugar de esperar a que la temporada se desarrollara, la renovación prematura solo agravó la situación, dejando a Red Bull con menos opciones a medida que la forma de Pérez continuaba deteriorándose.
La Apuesta por el Reemplazo
Red Bull ahora enfrenta otra decisión crítica: cómo llenar el segundo asiento junto a Verstappen. Si bien Liam Lawson es el sucesor probable, promoverlo conlleva riesgos significativos. Lawson ha mostrado potencial, pero no ha sido probado a lo largo de una temporada completa y podría caer víctima de las mismas presiones que abrumaron a Gasly, Albon y Pérez.
Una elección más segura habría sido Yuki Tsunoda, quien ha mejorado constantemente y ha demostrado resiliencia en el equipo de RB. Promover a Tsunoda habría dado a Lawson tiempo para desarrollarse sin el peso de competir directamente con Verstappen, una dinámica que históricamente ha sofocado a los segundos pilotos de Red Bull.
El Verdadero Problema: El Entorno Operativo de Red Bull
El denominador común en las luchas de los segundos pilotos de Red Bull no son los pilotos en sí, sino la cultura y la estructura del equipo. Red Bull ha fallado consistentemente en crear un entorno donde su segundo piloto pueda prosperar, construyendo en cambio un equipo completamente alrededor de Verstappen. Si bien esto ha dado resultados notables para Verstappen, también ha dejado a Red Bull vulnerable cuando el Campeonato de Constructores está en riesgo.
La negativa de Red Bull a adaptar su enfoque o aprender de errores pasados ha creado una puerta giratoria de segundos pilotos, cada uno configurado para fracasar de la misma manera. La decisión de acelerar a Lawson en un rol de alta presión sin abordar estos problemas sistémicos arriesga repetir el mismo patrón.
Una Oportunidad Perdida para la Reflexión
A medida que Red Bull avanza, debe enfrentar la realidad de que su estrategia de gestión de pilotos es fundamentalmente defectuosa. La dependencia del equipo en un solo piloto estrella ha producido brillantes actuaciones individuales, pero a costa de la estabilidad del equipo. Hasta que Red Bull priorice la creación de un ambiente de apoyo para ambos pilotos, seguirá atrapado en un ciclo de soluciones a corto plazo y consecuencias a largo plazo.
La salida de Sergio Pérez subraya la necesidad de que Red Bull replantee su enfoque. Si bien el declive de Pérez fue dramático, también era evitable. Si Red Bull realmente quiere recuperar su posición y evitar repetir la historia con Lawson—o quien ocupe el segundo asiento—debe abordar los problemas sistémicos en el corazón de su programa de pilotos. De lo contrario, el ciclo continuará, con el equipo pagando el precio en puntos, reputación y campeonatos.