En lo que parece ser una creciente ruptura entre los pilotos de Fórmula 1 y el organismo regulador del deporte, el presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, está tomando medidas enérgicas contra lo que considera un comportamiento «poco profesional» por parte de los pilotos, particularmente su uso de lenguaje soez a través de las radios de equipo y en las entrevistas. La medida ha generado controversia, siendo Max Verstappen de Red Bull Racing el primer objetivo de alto perfil de esta nueva regulación.
Max Verstappen, ahora tres veces campeón del mundo de Fórmula 1, recibió una penalización que incluye servicio comunitario por lo que la FIA consideró lenguaje inapropiado. El actual campeón no ocultó su descontento, respondiendo con respuestas minimalistas durante las conferencias de prensa posteriores a la carrera y a la clasificación en Singapur. A pesar de ajustarse a las normas de la FIA, Verstappen se aseguró de que los medios obtuvieran lo que necesitaban fuera del entorno controlado por la FIA, mostrando su silenciosa resistencia.
El padre de Verstappen, Jos, un ex piloto de F1, no se contuvo al ser preguntado sobre el asunto. Hablando con Motorsport.com durante el East Belgian Rally, Jos calificó las acciones recientes de Ben Sulayem como «ridículas» y lanzó una crítica al organismo regulador. “No creo que la FIA esté haciendo un muy buen trabajo,” dijo, claramente poco impresionado por el último giro burocrático en el paddock de F1. “¡Pero no diré mucho más sobre esto!” bromeó Jos, dejando claro que no quería invitar a más escrutinio por parte de la FIA.
Esta no es la primera vez que la represión de la FIA sobre el comportamiento de los pilotos ha provocado indignación. El piloto del Campeonato Mundial de Rally (WRC), Sébastien Ogier, también se encontró en problemas a principios de mes. Ogier recibió una multa suspendida de 30,000 € por sus comentarios dirigidos a los oficiales durante el Rally Acrópolis en Grecia. Similar a Verstappen, Ogier respondió con respuestas frías y cortas durante las obligaciones mediáticas en el evento Rally Chile, señalando su descontento con el último edicto de la FIA.
Cuando se le preguntó sobre su comportamiento reservado ante los medios, Ogier no se mostró arrepentido: «Nos han dicho desde lo más alto de la FIA que cerráramos la boca.» Esta declaración refleja la propia y silenciosa resistencia de Verstappen en la Fórmula 1, destacando un descontento más amplio entre los pilotos en múltiples campeonatos regulados por la FIA.
A medida que la FIA enfrenta críticas crecientes por su enfoque autoritario, está claro que la batalla entre los pilotos y el organismo rector del deporte está lejos de terminar. La familia Verstappen, ya conocida por no esquivar la controversia, parece estar preparada para contraatacar, y no están solos. La pregunta que queda es: ¿La represión de la FIA creará más armonía en el deporte, o seguirá alimentando la rebelión entre sus atletas estelares?
Una cosa es segura: esta lucha por el poder no desaparecerá pronto.