Mercedes sufrió un día calamitoso en Spa-Francorchamps, ya que la sesión de calificación para la carrera sprint entregó un veredicto poco agradable, los pilotos de la marca no logrando alcanzar un resultado creíble. La esperada exhibición se vio socavada cuando ninguno de los pilotos avanzó a la fase de clasificación del top-10, una fisura pública entre la expectativa y el resultado que preocupó tanto a los observadores como a los insiders.
El novato Kimi Antonelli, en su debut, se quedó al final de la hoja de tiempos de la primera sesión, el resultado cortando cualquier esperanza de una carrera sprint competitiva y condenándolo a una penalización en la posición de la parrilla. George Russell, mientras superaba la fase inicial, solo pudo marcar el 13º tiempo más rápido, su vuelta al atardecer asegurando que Mercedes consolidara una racha estéril.
El déficit se sintió particularmente agudo dado que Spa 2022 presenció a la marca cosechando la victoria. Lo que entonces parecía un sólido punto de referencia ahora se presenta expuesto como un anacronismo, la forma actual un recordatorio de las crueles vicisitudes del automovilismo moderno y un urgente aviso para recalibrar.
La estancia de Yuki Tsunoda en Red Bull se volvió más difícil cuando no logró pasar el corte para la sesión final de calificación, terminando la tarde en 12ª posición—una posición detrás de Liam Lawson. Fernando Alonso y Lance Stroll de Aston Martin también fueron incapaces de romper el límite del segundo segmento, lo que acentuó los márgenes de rendimiento cada vez más ajustados del campo.
Mercedes ahora enfrenta un retroceso no deseado y su próximo curso de acción será scrutinizado. El equipo debe analizar los datos, ajustar el equilibrio de su chasis y unidad de potencia, y elaborar nuevas estrategias de carrera en el corto tiempo disponible antes de la próxima salida. El mandato es claro: recuperar y restaurar el impulso competitivo antes de que la narrativa del campeonato cambie para siempre.