El conflicto continuo de Max Verstappen con la FIA dio otro giro después de que se le asegurara al holandés que no enfrentaría sanciones futuras, siempre que se comportara. El actual campeón de F1, conocido por su temperamento explosivo y su actitud sin restricciones, se metió en problemas nuevamente al calificar la configuración de su coche de «f***» durante el GP de Azerbaiyán, lo que le valió problemas por violar las pautas de conducta pública de la FIA.
Verstappen, ya bajo presión tras un decepcionante quinto lugar en Bakú, enfrentó un escrutinio adicional por parte de los comisarios antes del GP de Singapur cuando sus comentarios durante la conferencia de prensa provocaron una fuerte reprimenda de la FIA. Convocado por su lenguaje, la frustración de Verstappen fue evidente mientras daba respuestas cortas y de una sola palabra en interacciones posteriores con la prensa, temiendo claramente más sanciones.
La FIA, reafirmando su postura contra los pilotos que desacreditan el deporte, dejó claro que el comportamiento de Verstappen—aunque cumplió durante la sesión de clasificación del GP de Singapur—estaba siendo observado de cerca. Un portavoz de la FIA enfatizó que, si bien no tienen la intención de sofocar a los pilotos, se debe mantener el decoro público para preservar la imagen del deporte.
A pesar de sus breves respuestas, se le aseguró a Verstappen que mientras se adhiriera a las pautas, no habría más sanciones a la vista. Sin embargo, el holandés sigue molesto, sintiendo que el castigo por su explosión anterior fue exagerado. Argumentó que sus comentarios no eran lo suficientemente graves como para justificar tal reacción, sugiriendo que la respuesta de la FIA era «ridícula» y que se podría haber tomado un enfoque más medido.
Las respuestas contenidas de Verstappen en las conferencias de prensa son ahora su forma de navegar la fina línea establecida por la FIA. Mientras el campeón del mundo reconoció que su lenguaje era inapropiado, sostiene que la sanción impuesta—una obligación de servicio comunitario—fue excesiva. A medida que Verstappen continúa caminando por la cuerda floja, está claro que su guerra de palabras con el organismo rector del deporte está lejos de terminar. La pelota está ahora en la cancha de Verstappen: jugar según las reglas o enfrentarse nuevamente a la ira de la FIA.