En el mundo de alta octanaje de NASCAR, los esquemas de pintura son más que meras estéticas; son emblemáticos del pasado histórico del deporte. A medida que se acerca el Goodyear 400 de 2025 en el Darlington Raceway, el foco está firmemente en Hendrick Motorsports y sus últimos diseños retro. Pero esta vez, la recepción de los aficionados está tan dividida como una curva cerrada.
En los anales de la historia de NASCAR, pocos momentos están tan cargados de anticipación como el fin de semana retro de Darlington. Es una peregrinación sagrada, un momento en el que el pasado se encuentra con el presente en un rugido de motores y una explosión de color. Este año, Hendrick Motorsports está en el ojo de la tormenta, presentando dos diseños que han encendido un feroz debate entre aficionados y expertos por igual.
El Triunfo de Kyle Larson: Una Obra Maestra en Movimiento
Encabezando la carga está Kyle Larson, cuyo Chevrolet No. 5 rinde un impresionante homenaje a la icónica librea de Kellogg’s Corn Flakes de Terry Labonte en 2003. Este diseño es más que un festín visual; es una recreación meticulosa que evoca la última victoria de Labonte en Darlington. Con sus atrevidos acentos rojos y azules y el inconfundible número 5 amarillo, el coche de Larson es un testimonio de la era dorada de NASCAR, capturando la esencia de un campeón en su ocaso.
La atención al detalle es asombrosa. El swoosh rojo que se enrolla alrededor del capó y el borde azul que enmarca las puertas no son solo guiños al pasado; son faros de autenticidad. Listo para debutar en la misma pista donde Labonte grabó su legado, el retro de Larson es un abrazo a toda velocidad de la historia, destinado a resonar con los aficionados que recuerdan aquella legendaria tarde de domingo.
El Desliz de Chase Elliott: Un Homenaje Perdido en la Traducción
En marcado contraste se encuentra el Chevrolet UniFirst No. 9 de Chase Elliott, un homenaje al Kodak No. 25 de Ken Schrader de principios de los años 90. Sin embargo, los fanáticos se dieron cuenta rápidamente de que el retroceso no alcanza su ambicioso objetivo. El verde una vez vibrante se ha desvanecido a un tono apagado, eclipsado por el branding corporativo que drena el diseño de su poder nostálgico. La feroz gráfica del tigre, un sello distintivo de la era de Schrader, está conspicuamente ausente, reemplazada por un mar de logotipos y un soso No. 9 blanco.
Para Elliott, un piloto venerado como el «Chico Dorado» de NASCAR, el diseño se siente como una oportunidad perdida. A pesar de sus siete premios consecutivos como el Piloto Más Popular y una ferviente base de fanáticos, el esquema parece priorizar los dólares de patrocinio sobre el alma del diseño original. La falta de victorias de Elliott en Darlington solo añade una nota amarga a esta narrativa, ya que la búsqueda de la victoria sigue siendo esquiva.
Las Redes Sociales Estallan: Los Fans Se Pronuncian
La presentación de estos esquemas retro envió ondas de choque a través de las redes sociales, con los fanáticos ofreciendo un veredicto sincero. El diseño de Kyle Larson fue recibido con casi unánime aclamación, con los fanáticos elogiando su autenticidad y vibrante homenaje a una época pasada. Los comentarios celebrando el regreso del número amarillo resonaron en las plataformas, reforzando el atractivo nostálgico del esquema.
Por el contrario, el diseño de Chase Elliott recibió críticas por su ejecución mediocre. Los fanáticos lamentaron la ausencia del icónico tigre y el característico amarillo de Kodak, cuestionando la decisión de dejar que el branding corporativo eclipsara el homenaje histórico. El sentimiento era claro: el esquema de Elliott, en marcado contraste con el de Larson, se sentía como un compromiso corporativo.
A medida que se acerca el Goodyear 400, la división entre estos dos diseños subraya una verdad más amplia en NASCAR: los esquemas de pintura no son solo una cuestión de apariencia, sino de legado. El No. 5 de Kyle Larson celebra el linaje de campeonatos de Hendrick Motorsports, mientras que el No. 9 de Chase Elliott lucha bajo las presiones comerciales modernas. Este choque entre el pasado y el presente ha suscitado un debate que promete resonar mucho después de que los motores se enfríen.