Durante las décadas de 1950, 1960 y hasta 1970, las colaboraciones entre empresas italianas y estadounidenses produjeron algunos de los automóviles más memorables de la historia. Entre estas máquinas icónicas se encuentra el Ghia L6.4, un automóvil que sigue siendo un testimonio de la fusión de la potencia estadounidense y la artesanía italiana más de seis décadas después de su debut.
De Concepto a Realidad: El Nacimiento de un Clásico
Los orígenes del Ghia L6.4 se remontan al concepto Dodge Fire Arrow IV de 1954, diseñado por el legendario Virgil Exner. Un impresionante convertible destinado a competir con los mejores de Europa, el Fire Arrow IV deslumbró al público y a los medios, pero Chrysler lo consideró demasiado costoso para la producción en masa. Entra Eugene Casaroll, un empresario adinerado y propietario de un equipo de Indy 500 que vio potencial en el concepto. Asociándose con Exner y Luigi Segre de Carrozzeria Ghia, Casaroll fundó Dual Motors en Detroit y dio vida al automóvil como el Dual-Ghia, produciendo 117 unidades entre 1956 y 1958.
Una Nueva Visión: El Ghia L6.4 Toma Forma
A medida que la salud de Casaroll se deterioraba, la tarea de crear un sucesor recayó en el vicepresidente de Dual Motors, Paul Farago. El resultado fue el Ghia L6.4, que debutó en el Salón del Automóvil de París de 1960 como el primer modelo de producción de Ghia. A diferencia de su predecesor convertible, el L6.4 era un elegante coupé que presentaba el estilo característico de Exner con una gran parrilla frontal, un perfil curvilíneo y una parte trasera esculpida con hermosos faros traseros integrados en los guardabarros sin aletas. La carrocería, hecha a mano en Italia por Ghia, utilizó únicamente un parabrisas de origen Chrysler, con cada otro componente hecho a medida.
Lujo y Poder: El Corazón del L6.4
En su interior, el L6.4 era una vitrina de lujo y sofisticación, con tapicería de cuero de alta calidad, acentos de cromo y aluminio. La configuración de asientos 2+2 del automóvil se complementaba con maletas a medida que cubrían los asientos traseros, añadiendo un toque de exclusividad. Bajo el capó, el L6.4 estaba impulsado por el motor V8 de 383-ci (6.4 litros) de la serie B de Chrysler, que entregaba 330 caballos de fuerza y 460 lb-ft de torque a través de una transmisión automática TorqueFlite de tres velocidades. Este tren motriz, famoso en los muscle cars americanos como el Dodge Charger y el Plymouth Barracuda, otorgaba al L6.4 credenciales de rendimiento que igualaban su presencia lujosa.
Favorito de la Élite de Hollywood
Producido entre 1960 y 1963, solo se fabricaron 26 unidades del Ghia L6.4, cada una vendiéndose por un precio exorbitante de $12,000 a $13,500 (equivalente a $127,620-$138,880 hoy en día). A pesar de su alto precio, el L6.4 se convirtió en un símbolo de estatus entre las grandes estrellas de América. Frank Sinatra fue uno de los primeros en poseer uno, y pronto, celebridades como Ronald Reagan, Dean Martin y Lucille Ball lo siguieron, convirtiendo al L6.4 en un artículo imprescindible para la élite.
Una Joya Rara para Coleccionistas
Hoy en día, se cree que solo 17 de las 26 L6.4 originales sobreviven, lo que la convierte en uno de los coches de lujo más raros de la década de 1960. Cuando estas exquisitas máquinas aparecen en subastas, alcanzan precios extraordinarios, a menudo superando los $200,000. Un ejemplo de estos, considerado el más original de los coches sobrevivientes, se vendió por asombrosos $577,000 en una subasta de Bonhams en 2023.
El Ghia L6.4 sigue siendo un ejemplo excepcional de colaboración italoamericana y un ícono olvidado del arte automotriz. Aunque puede que no sea tan conocido como otros coches clásicos, la combinación única de estilo, lujo y potencia del L6.4 asegura que continúe cautivando a entusiastas y coleccionistas por igual.