Kyle Busch, un nombre sinónimo de dominio en NASCAR, está cambiando el asfalto por la tierra, pero el viaje no es tan suave como sus icónicas 63 victorias en la Copa pueden sugerir. Después de que su racha de 19 años ganando al menos una carrera de la Copa por temporada llegara a un abrupto final en 2024, la atención de Busch ha cambiado. ¿Su última misión? Conquistar el traicionero mundo de las carreras en tierra, con los prestigiosos Chili Bowl Nationals como su campo de pruebas.
El rey de NASCAR entra en territorio desconocido
Los logros de Busch en pistas pavimentadas son legendarios: campeón de la NASCAR Cup Series en dos ocasiones (2015, 2019), noveno en la lista de victorias de todos los tiempos, y un impresionante total de 231 victorias combinadas en las series nacionales de NASCAR. ¿Pero la tierra? Eso es un juego completamente diferente para el titán del asfalto. Su incursión en las carreras en tierra comenzó en 2024, inspirado por su joven hijo, Brexton. Juntos, el dúo padre-hijo logró una victoria en Millbridge Speedway, con Busch bromeando que podría ser su única victoria ese año.
Para 2025, la incursión de Busch en la escena de la tierra se intensificó. Apoyando a Brexton en el Tulsa Shootout, Busch obtuvo algunas victorias en las eliminatorias, lo que alimentó su confianza. Brexton incluso aseguró su primer Golden Driller, un hito importante que avivó el fuego de Kyle antes de su debut en el Chili Bowl.
Carreras en tierra: una bestia diferente
Dejemos una cosa clara: las carreras en tierra no son NASCAR. Los coches son más ligeros, las pistas más ajustadas y el margen de error es muy pequeño. Para Busch, un desafío inesperado ha sido adaptarse a los infames “bordes” (kerbs) de la pista. Estos obstáculos, diseñados para evitar que se recorten las curvas, exigen precisión y nervio—cualidades que Busch tiene de sobra en asfalto pero que no ha perfeccionado completamente en tierra.
Hablando con FloRacing, Busch reveló sus preocupaciones:
“Cada noche que avanza, el borde cambia. Anoche había un borde, antes no había mucho. Nunca he tenido que correr con eso. Cuando estábamos en Ventura o Bakersfield, la pista tenía algo de material arenoso, pero no realmente un borde.”
Las apuestas son altas y la curva de aprendizaje empinada. A diferencia de los coches de stock más indulgentes de NASCAR, los coches midget reaccionan de manera aguda a las imperfecciones de la pista. Un paso en falso sobre un borde podría significar desastre—una dura realidad para un piloto que aún está encontrando su camino en la tierra.
Un debut ardiente en Bakersfield
El bautismo de Busch en las carreras de tierra llegó en el Campeonato Nacional de Midget de USAC NOS Energy Drink en Bakersfield, California. Pilotando el coche #51 para Kyle Busch Motorsports, sus primeras prácticas fueron prometedoras, mostrando velocidad y control. Pero cuando la presión aumentó—literalmente—la suerte de Busch se acabó. Liderando la serie de calor #2, su coche sufrió una pérdida de potencia catastrófica mientras llamas brotaban del escape, obligándolo a retirarse prematuramente. Los analistas señalaron una falla mecánica como la culpable, un recordatorio contundente de la imprevisibilidad de las carreras en tierra.
Altibajos en el Chili Bowl
Avancemos hasta los Chili Bowl Nationals, donde Busch comenzó fuerte. En su carrera de clasificación, subió del 7º al impresionante 2º lugar, acumulando 118 puntos y ocupando el tercer lugar en la general. Pero el clasificatorio del viernes expuso la dura competencia. A pesar de comenzar en 4º lugar, terminó en 7º. En la B-Main, partir desde la pole ofrecía esperanza, pero Busch retrocedió a otro 7º lugar, relegándolo a las temidas carreras de “sopa de letras” del sábado para un último intento de calificación.
El veredicto: ¿está Busch fuera de su elemento?
La aventura de Kyle Busch en las carreras de tierra es una montaña rusa de promesas y obstáculos. Aunque su talento innato y preparación son evidentes, la transición de la dominación en NASCAR a la maestría en las carreras de midgets es todo menos fluida. Correr en tierra es una bestia diferente—una que pone a prueba incluso a los mejores pilotos. ¿Puede Busch domarlo? Esa es la pregunta candente mientras busca redención en el Chili Bowl.