La icónica colisión entre David Coulthard y Michael Schumacher durante el Gran Premio de Bélgica de 1998 en Spa sigue siendo un capítulo inolvidable en los anales de la Fórmula 1. El incidente dejó una marca indeleble en su relación, y Coulthard compartió recientemente una visión íntima sobre las tumultuosas secuelas y la eventual reconciliación.
El Gran Premio de Bélgica de ese año fue empañado por una torrencial lluvia, y fue durante esta carrera mojada que Schumacher, quien iba en cabeza, chocó contra la parte trasera del McLaren de Coulthard mientras intentaba doblarlo. El choque le costó a Schumacher su alerón delantero y una rueda, llevando al final prematuro de la carrera para ambos pilotos. Sin embargo, el drama estaba lejos de haber terminado.
En un episodio reciente del podcast Red Flags, Coulthard relató el intercambio acalorado que se produjo entre él y Schumacher en el garaje de McLaren. El escocés comenzó describiendo cómo una muralla de mecánicos de McLaren, incluido el corpulento Steve Morrow, apodado ‘carretilla elevadora’, se interpuso entre él y un Schumacher iracundo.
Compartió: “No soy un luchador, y no creo que Michael realmente hubiera peleado. Creo que me habría agarrado, tal vez por la nuca, y habríamos intercambiado nuestras opiniones.»
Coulthard elogió el inmenso talento de Schumacher y se refirió al incidente como un «desafortunado tropiezo» en su relación. Agregó: “Nos besamos y nos reconciliamos. Y lo que ha hecho, ¡me garantizó un lugar en el documental de Schumacher! Y siempre se menciona cada año que vamos a Spa.”
Coulthard también alabó la destreza de Schumacher en condiciones húmedas, incluso con un coche dañado. Habló con cariño de un casco que le regaló Schumacher, inscrito con las palabras: ‘tantas grandes batallas en la pista, algunas más difíciles que otras, tantas grandes fiestas fuera de la pista. Disfruta de tu jubilación’.
Sin embargo, el camino hacia la reconciliación no fue fácil. Las secuelas del incidente de Spa fueron una amarga píldora para que Coulthard y McLaren la tragaran, particularmente en Monza, donde la multitud italiana, leal a Ferrari y Schumacher, los recibió con pancartas de ‘Killer Coulthard’ y abucheos.
El exjefe de F1, Bernie Ecclestone, actuó como pacificador al facilitar una reunión entre los dos pilotos antes del Gran Premio de Italia. A pesar del esfuerzo, Coulthard encontró difícil hacer que Schumacher aceptara su parte en el accidente, revelando que el piloto alemán creía firmemente que nunca estaba equivocado.
Coulthard compartió: “Por eso él es un Campeón del Mundo y yo no, porque sé cuándo estoy equivocado.» A pesar de sus diferencias, los dos pilotos lograron dejar el incidente atrás, marcando el final de una saga inolvidable en la historia de la Fórmula 1.