¡Denny Hamlin desata furia en explosivo juicio antimonopolio de NASCAR!
En un drama judicial que tiene a los aficionados de NASCAR al borde de sus asientos, Denny Hamlin, el campeón de Daytona 500 en tres ocasiones, no se contuvo en un enfrentamiento ardiente contra NASCAR durante el actual juicio antimonopolio. La tensión estalló el martes por la mañana cuando Hamlin se enfrentó al abogado defensor de NASCAR, Lawrence Buterman, revelando una animosidad profunda hacia la organización de carreras que ha cautivado al mundo del automovilismo.
Las apuestas no podrían ser más altas, ya que Hamlin, quien es copropietario de 23XI Racing, articuló apasionadamente su creencia de que NASCAR es, sin lugar a dudas, un monopolio. “No somos un monopolio como ustedes”, declaró, dirigiendo un golpe directo a Buterman que parecía resonar directamente en la familia France, la poderosa dinastía detrás de NASCAR. La sala del tribunal se electrizó mientras Hamlin defendía la posición de su equipo contra las supuestas prácticas anticompetitivas de NASCAR, enfatizando que los conductores deberían tener una variedad de opciones al elegir sus equipos de carreras.
Buterman intentó trazar paralelismos entre un contrato firmado por Riley Herbst con 23XI y las reclamaciones antimonopolio contra NASCAR, pero Hamlin fue rápido en contraatacar. “No somos un monopolio”, afirmó, subrayando el hecho de que los conductores no deben estar restringidos por la exclusividad. “Los conductores tienen opciones sobre dónde llevar sus servicios”, agregó, dejando claro que el estado actual de las cosas en NASCAR está lejos de ser aceptable.
A medida que las tensiones aumentaban, Buterman interrogó a Hamlin sobre la distribución de los ingresos del equipo, cuestionando el porcentaje que reciben los pilotos en comparación con lo que NASCAR asigna a los equipos. Hamlin no esquivó la confrontación, reiterando que la estructura financiera de NASCAR es defectuosa. “No somos un monopolio como ustedes,” afirmó enfáticamente, destacando las dificultades que enfrentan los equipos en un sistema que él cree que está amañado en su contra.
La conversación se volvió personal cuando Hamlin recordó un encuentro desalentador con el CEO de NASCAR, Jim France, durante la ceremonia de premios en Nashville en diciembre de 2022. Hamlin se sorprendió cuando France sugirió que los equipos estaban gastando de más, argumentando que la expectativa de recortar los presupuestos operativos era poco realista. “Recortar no es crecimiento,” respondió Hamlin, enfatizando que las decisiones de NASCAR han dejado a los equipos raspando la superficie de la viabilidad. “Hemos cortado esta hierba tan corta que hemos llegado hasta la tierra,” lamentó.
Buterman trató de socavar la credibilidad de Hamlin, cuestionando sus recientes comentarios sobre el coche NextGen, que anteriormente había elogiado en foros públicos. “Si digo algo malo, recibo una reprimenda de NASCAR,” reveló Hamlin, pintando un cuadro de un piloto atrapado entre la lealtad a su equipo y las restricciones impuestas por el organismo sancionador. “Mi trabajo es tomar los puntos de conversación que NASCAR me dice y decirlos públicamente,” admitió, mostrando la difícil posición en la que se encuentra como propietario de un equipo.
El drama en la sala del tribunal se intensificó aún más cuando Hamlin reveló los asombrosos $105 millones en daños que está buscando—una cifra astronómica que representa un retorno del 900 por ciento sobre su inversión inicial en 23XI. “Queremos ser compensados por lo que nos hiciste”, insistió, resonando las frustraciones de muchos en la comunidad de carreras que se sienten marginados por las políticas de NASCAR.
El salario anual de Hamlin de $14 millones provocó un mayor debate, con Buterman cuestionando por qué gana más que la mayoría de los pilotos. “Estoy en la cima de mi juego”, respondió Hamlin, afirmando con confianza su estatus mientras criticaba simultáneamente la gestión de NASCAR sobre la compensación de los pilotos. El intercambio contencioso destacó la disparidad entre las ganancias de Hamlin y las de pilotos menos exitosos, encendiendo discusiones sobre la equidad dentro del deporte.
El Programa de Embajadores de Pilotos (DAP) fue otro tema candente, con Hamlin expresando su desdén por un programa que él cree que distrae de los esfuerzos de marketing de los equipos. “Pagamos a los pilotos, no a NASCAR”, afirmó con firmeza, señalando que el DAP desvía el enfoque de los equipos individuales hacia las iniciativas de NASCAR, dejando a los equipos con poco retorno sobre la inversión.
A medida que se desarrollaba el interrogatorio, Buterman intentó sembrar dudas sobre la fiabilidad de Hamlin como narrador, mostrando una falta de consistencia en sus declaraciones públicas. Sin embargo, Hamlin se mantuvo firme, afirmando: “Eso es una tontería.” Defendió su persona pública como un piloto cuyo papel es difundir positividad sobre el deporte, a pesar de la frustración que burbujea bajo la superficie.
Este enfrentamiento en la sala del tribunal no solo revela la animosidad latente entre Denny Hamlin y NASCAR, sino que también destaca las implicaciones más amplias de los problemas antimonopolio dentro de la industria del automovilismo. A medida que avanza el juicio, la tensión es palpable, y el futuro de NASCAR podría estar en juego. ¿Conducirá este explosivo enfrentamiento a cambios significativos en el deporte, o seguirá el control de NASCAR sobre el mundo de las carreras sin ser desafiado? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es cierta: Denny Hamlin no se irá en silencio.









