El orden de llegada de las 500 Millas de Indianápolis se lanzó al caos, ya que las sanciones tardías remodelaron los resultados, con suspensiones también impuestas a aquellos involucrados en la controversia.
En un giro sorprendente de los acontecimientos, tres coches de la prestigiosa carrera no pasaron sus inspecciones post-carrera y fueron relegados al fondo de la clasificación. Entre ellos se encontraba el segundo clasificado, Marcus Ericsson, quien fue declarado culpable de violaciones técnicas junto a su compañero de Andretti, Kyle Kirkwood, y Callum Ilott de PREMA Racing.
INDYCAR reveló que se realizaron modificaciones en las cubiertas del Sistema de Gestión de Energía (EMS) y en los puntos de montaje de la cubierta al brazo A de los coches 27 y 28, utilizando espaciadores y piezas no aprobadas. Además, la entrada de Ilott no cumplió con la especificación mínima de altura y ubicación de la placa final.
Como resultado de las sanciones, David Malukas fue promovido al segundo lugar y Pato O’Ward de McLaren al tercer lugar. La reordenación de los resultados también significó ajustes en el premio monetario y en los puntos de la carrera del campeonato para los conductores y equipos involucrados.
Cada coche recibió una multa considerable de $100,000, y los gerentes de equipo/competencia fueron sancionados con suspensiones de una carrera que se cumplirán en la próxima carrera de IndyCar en Detroit.
Las violaciones se consideraron en incumplimiento de varias reglas establecidas por INDYCAR, incluyendo conducta inapropiada, el requisito de que las piezas se utilicen tal como fueron suministradas sin modificaciones, y la adhesión a las dimensiones de inspección técnica para el ala delantera.
Las consecuencias de las 500 Millas de Indianápolis seguramente reverberarán en todo el mundo del automovilismo, con aficionados y expertos cuestionando la integridad de la competencia y las implicaciones futuras para los equipos involucrados.