Catástrofe de neumáticos golpea la Serie de la Copa NASCAR en el Phoenix Raceway: ¿Qué hay detrás de las fallas?
En un giro sorprendente de los acontecimientos, la sesión de práctica de NASCAR en el notoriamente desafiante Phoenix Raceway se ha convertido en una pesadilla de neumáticos, dejando a los aficionados y equipos en estado de incredulidad. Apenas cinco minutos después de comenzar la sesión, el contendiente al campeonato Chase Briscoe sufrió una catastrófica falla en el neumático trasero izquierdo, desatando una reacción en cadena de incidentes similares que han hecho sonar las alarmas en todo el paddock.
¿Pero qué está causando exactamente estas repentinamente fallas de neumáticos? La respuesta radica en las agresivas estrategias que los equipos están empleando para maximizar la velocidad en esta pista ovalada asimétrica. A diferencia de las pistas convencionales, Phoenix requiere que los equipos encuentren un delicado equilibrio con sus configuraciones de suspensión, navegando ángulos marcadamente diferentes al acercarse a las curvas uno y tres. En su búsqueda por el rendimiento máximo, los equipos están llevando al límite las presiones de los neumáticos, ajustes de camber e incluso experimentando con diferentes compuestos de pastillas de freno.
Para empeorar las cosas, se exige que los coches de la Copa de NASCAR utilicen amortiguadores de especificación en las cuatro esquinas, una medida destinada a evitar que los equipos ingenien soluciones personalizadas como lo han hecho en el pasado. Estos amortiguadores de especificación vienen equipados con limitadores internos para evitar que se hundan, pero esto crea una situación precaria. Cuando los coches golpean estos limitadores, los neumáticos soportan el peso del impacto, amplificando la carga transferida del coche a la pista.
Con equipos ansiosos por mantener sus autos lo más bajos posible para mejorar la aerodinámica, la situación se vuelve aún más volátil. Las bajas presiones iniciales de los neumáticos, diseñadas para proteger la composición del neumático durante las primeras vueltas, pueden invitar inadvertidamente al desastre. A medida que los neumáticos se calientan y la presión aumenta, la tensión resultante puede llevar a fallos estructurales catastróficos. Los pilotos deben navegar por este campo minado: un movimiento en falso, y podrían encontrarse estrellándose contra la pared.
A medida que Briscoe y otros luchan con fallos de neumáticos, la solución inmediata parece sencilla: aumentar las presiones de los neumáticos y ajustar el ángulo de inclinación para aliviar el estrés. Sin embargo, las apuestas son colosales. Los equipos deben proceder con cautela al hacer estos ajustes, sabiendo que un error de cálculo podría significar el desastre el día de la carrera.
La impactante serie de eventos en Phoenix sirve como un recordatorio contundente de la delgada línea que los equipos de NASCAR caminan en su incesante búsqueda de velocidad. Con la carrera a la vista, la presión está sobre ellos para encontrar un equilibrio que no solo asegure el rendimiento, sino que también mantenga a los pilotos a salvo mientras se lanzan por la pista a velocidades vertiginosas. ¿Responderán al desafío, o los fallos de neumáticos seguirán atormentando la competencia? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: el mundo de NASCAR está en alerta máxima, y todos los ojos están puestos en el Phoenix Raceway.








