China ha estado fortaleciendo las inversiones en el sector de baterías para vehículos eléctricos en Marruecos, un país del norte de África que ha estado sirviendo como una puerta trasera para la entrada al mercado europeo.
El análisis del centro de pensamiento «Gavekal Dragonomics«, ahora revelado, muestra que al utilizar Marruecos, las empresas chinas buscan eludir las barreras comerciales y asegurar un acceso preferencial al mercado europeo.
“Las vastas reservas de fosfatos y los acuerdos de libre comercio con la Unión Europea hacen de Marruecos el lugar preferido para que las empresas chinas establezcan sus cadenas de suministro”, describió el centro de pensamiento en un informe.
Además, Marruecos tiene una ubicación estratégica y los incentivos fiscales aumentan la atractividad para que las empresas chinas establezcan fábricas de baterías.
“Marruecos está cosechando los beneficios de un esfuerzo de modernización de 25 años liderado por su rey reformista, Mohammed VI. Con mano de obra de bajo costo, políticas de inversión favorables y una infraestructura de transporte eficiente, el país se ha beneficiado de la regionalización de las cadenas de suministro globales, emergiendo como una plataforma para el mercado europeo”, afirma Gavekal Dragonomics, como se cita en el análisis.
Además, las fábricas pueden construirse más rápidamente en Marruecos que en los mercados objetivo, que tienen procesos de licencias prolongados, y podrían abastecer a otros mercados en el futuro.
Empresas como la china BYD y CATL han invertido en el desarrollo de esta tecnología durante los últimos diez años, anticipando la transición del sector automotriz al segmento eléctrico.
China ahora posee más del 80% de la capacidad de fabricación global de baterías para vehículos eléctricos y tiene un monopolio sobre las materias primas y componentes clave necesarios para la producción, amenazando con alterar el «status quo» de la industria automotriz, que ha estado dominada durante décadas por fabricantes occidentales y japoneses.
Además, China concentra casi el 100% de la capacidad de producción instalada para baterías LFP. Sin embargo, la sobreproducción y las amenazas de aranceles en el extranjero están llevando a las empresas chinas a reubicar parte de su producción en el extranjero.