En un momento que quita el aliento en la carrera de la Copa de Michigan, el piloto Alex Bowman emergió milagrosamente ileso después de un aterrador choque que provocó la bandera roja. El caos a alta velocidad se desató durante la segunda etapa del evento de NASCAR, con coches luchando por posiciones en un reinicio frenético. Bowman, ubicado en el 29° lugar en ese momento, se encontró en medio de una angustiante batalla de cuatro coches de ancho cuando ocurrió el desastre.
Cole Custer perdió el control, desencadenando una reacción en cadena que hizo girar a los coches. La máquina No. 48 de Hendrick Motorsports de Bowman se dirigió hacia la pared exterior a una asombrosa velocidad de 150 mph, levantando sus neumáticos traseros del suelo al impactar. La violencia del choque fue evidente cuando el coche de Bowman se estrelló contra la barrera, dejando a los aficionados y a los demás pilotos conteniendo la respiración.
Cuando el polvo se asentó, Bowman, conocido por su resiliencia tras lesiones anteriores, subió notablemente de los escombros sin ayuda. Su mensaje por radio, «Esa fue realmente f****** grande,» capturó la intensidad del momento mientras procesaba la magnitud del impacto. A pesar de salir caminando, Bowman no pudo ocultar el dolor, admitiendo: «Sí, eso dolió mucho.»
El desafortunado incidente marcó otro revés para Bowman y el equipo No. 48, que han enfrentado una serie de finales decepcionantes en las carreras recientes. Se levantó la bandera roja en la vuelta 68 de 200, deteniendo la carrera durante aproximadamente 13 minutos mientras los oficiales de la pista trabajaban para despejar los escombros y atender las secuelas del espectacular choque.
Mientras la carrera de Bowman llegó a un abrupto final, afortunadamente, otros pilotos involucrados, como Daniel Suárez y Chase Briscoe, lograron continuar. Sin embargo, para Bowman y Custer, el día terminó prematuramente, sumando a la racha de mala suerte del primero en la serie. La carrera de Michigan sin duda quedará grabada en la memoria de los aficionados y competidores por igual, sirviendo como un recordatorio contundente de la naturaleza implacable del automovilismo.