En un giro impactante de los acontecimientos, Mohammed Ben Sulayem, el presidente de la FIA, se enfrenta a una crisis importante ya que su vicepresidente, Robert Reid, renuncia, citando un «colapso de los estándares de gobernanza» y decisiones tomadas sin el debido proceso. Esta última deserción de una figura clave dentro de la gestión de la FIA se suma a la creciente crítica contra el liderazgo de Ben Sulayem.
La abrupta salida de Reid se produce después de ser excluido de una reunión del Consejo Mundial de Deportes de Motor por negarse a firmar un acuerdo de confidencialidad, que describió como una «orden de silencio». La crítica no es aislada, ya que el presidente de Motorsport UK, David Richards, también expresó su preocupación por la gobernanza opaca de la FIA y la concentración de poder en manos del presidente.
El estilo de gestión de Ben Sulayem ha estado bajo escrutinio, con varias renuncias de alto perfil, incluida la de la directora ejecutiva Natalie Robyn y otros funcionarios clave. Los críticos lo han acusado de adoptar un enfoque de liderazgo autoritario, lo que ha llevado a una purga de ejecutivos y comisarios en la FIA. Además, Ben Sulayem ha enfrentado acusaciones de intervenir en decisiones deportivas, incluyendo la anulación de sanciones e influir en la certificación de nuevos circuitos de Gran Premio.
La controversia en torno a la presidencia de Ben Sulayem ha escalado aún más con los recientes cambios en la estructura de gobernanza de la FIA, limitando la responsabilidad y otorgando amplios poderes al presidente y al presidente del senado. A pesar de enfrentar investigaciones y quejas éticas, Ben Sulayem ha logrado limpiar su nombre, alimentando aún más las tensiones dentro de la organización.
La renuncia del vicepresidente Reid, quien fue una vez compañero de fórmula de Ben Sulayem, señala una ruptura significativa dentro del liderazgo de la FIA. A medida que Ben Sulayem se prepara para la reelección, la oposición en su contra está ganando impulso, con llamados a la transparencia y la rendición de cuentas que se hacen cada vez más fuertes. La próxima elección representa un desafío para cualquier candidato potencial, ya que Ben Sulayem disfruta de un considerable apoyo de la Asamblea General.
Con el destino de la presidencia de Ben Sulayem en juego, la lucha por el poder dentro de la FIA se está intensificando. A medida que la ola de disidencia crece, el futuro de la organización sigue siendo incierto, con la posibilidad de un cambio sísmico en el liderazgo en el horizonte.