Hace dos décadas, una fascinante historia circulaba por el mundo de alta velocidad de la Fórmula 1, centrada en el genio recluso, Adrian Newey. Entonces en McLaren, Newey, un maestro del diseño automotriz, se decía que se había encerrado en su oficina, armado con nada más que su confiable mesa de dibujo. Los susurros alrededor del paddock sugerían que una vez que su genialidad creativa se había agotado en esbozar un diseño innovador, lo deslizaba a través de una ranura en la puerta de su oficina.
Del otro lado de esa puerta estaba Peter Prodromou, el jefe de aerodinámica, cuya responsabilidad era descifrar los bocetos visionarios de Newey. El deber de Prodromou era asegurarse de que las diversas oficinas de diseño pudieran transformar el plano de Newey en una bestia competitiva en el circuito de carreras.
Sin embargo, la semana pasada, Newey ha vuelto a estar en el centro de atención, pero esta vez en la sede de Aston Martin. El legendario diseñador ha estado reavivando su magia creativa, no en la soledad de una oficina, sino en el bullicioso centro del departamento de diseño.
En el mundo de alta presión de la Fórmula 1, donde los segundos pueden separar a los ganadores de los que no lo son, los diseños de Newey a menudo han sido el arma secreta. Su pensamiento innovador y sus bocetos revolucionarios han cambiado repetidamente la marea a favor de los equipos con los que ha trabajado.
A medida que asume su nuevo rol en Aston Martin, no se puede evitar preguntarse cómo ha transcurrido su primera semana. ¿Se ha atrincherado de nuevo en una oficina, o está interactuando más directamente con el equipo? Sea cual sea el caso, una cosa es segura: el mundo de la Fórmula 1 espera con gran expectación la próxima obra maestra que emergerá de la mesa de dibujo de Newey.