Mike Wallace ha pasado toda una vida desafiando las probabilidades—desde salir de un negocio de suministros de limpieza hasta hacer una entrada tardía pero dominante en NASCAR en 1990. Pero mientras el piloto de 65 años se preparaba para lo que debía ser un último viaje en el Daytona 500, el sueño fue abruptamente arrebatado.
En lugar de una gira de despedida para honrar a su difunta esposa, Wallace se quedó humillado y con el corazón roto, sorprendido por una llamada telefónica del 13 de enero que destruyó su regreso antes de que siquiera comenzara.
De un Acuerdo Comercial a un Sueño de NASCAR
Para Wallace, el camino hacia NASCAR nunca fue algo seguro. A diferencia de sus hermanos más famosos, Rusty y Kenny, Mike tenía un pie en el negocio familiar y el otro en la escena de las pistas cortas del Medio Oeste.
En 1990, estaba causando sensación en los Winston Racing Series Mid-America Regionals, pero su verdadero gran momento llegó después de una racha de 11 victorias en Tri-City Speedway. Fue entonces cuando Wallace tomó la apuesta definitiva, cerrando un trato con su tío Gary:
“Déjame ausentarme durante seis meses y tratar de ser piloto de carreras. Si fracaso, volveré y manejaré el negocio.”
¿La respuesta de su tío? Un rotundo no.
Pero Mike lo hizo de todos modos, y en cuestión de meses, estaba colocándose 24º en su debut en la NASCAR Nationwide (ahora Xfinity) Series, terminando en un sorprendente sexto lugar en Martinsville.
Ese momento definitorio marcó el rumbo de su carrera en NASCAR, pero más importante aún, demostró que su apuesta había valido la pena.
El Daytona 500 que nunca fue
Avancemos hasta 2024, y Wallace estaba persiguiendo un último gran momento—un regreso al Daytona 500, no para él, sino para honrar a su difunta esposa, cuyo recuerdo aún perdura en viejas fotos de la zona de victoria de Talladega y Daytona.
Desde el 22 de diciembre hasta el 9 de enero, Wallace creía que todo se estaba alineando. Había asegurado una inscripción No. 66 de MBM Motorsports, le habían asegurado que el proceso de aprobación avanzaba como se esperaba.
Luego, el 13 de enero, todo se desmoronó.
NASCAR informó a Wallace que no estaba aprobado para competir—no solo en el Daytona 500, sino en ningún evento de la Cup, Xfinity o Truck Series.
“Es más que desgarrador. Es devastador,” admitió Wallace.
Él nunca había considerado la posibilidad de que NASCAR rechazara su oferta. En su mente, tenía sus patos en fila, y la alfombra fue arrancada de debajo de él.
Kenny Wallace Responde: “Mike está Avergonzado, Pero No Tenía Idea”
Las repercusiones fueron inmediatas. El hermano de Mike, Kenny Wallace, acudió a su canal de YouTube para defender a su hermano y llamar la atención sobre los críticos.
“Para las personas que no eran fans de Mike, para el reportero que dijo lo que dijo sobre Mike, él termina riéndose al último. Pero yo soy un bada y aquí estoy.”**
Kenny continuó explicando que Mike se sintió sorprendido, no porque no estuviera preparado, sino porque había sido inducido a creer que todo estaba avanzando.
“Él está muy avergonzado. Está devastado. Pensó que tenía todo organizado. Si hubiera sospechado que había un problema, nunca habría perseguido esto.”
Para Kenny, la peor parte no fue solo el rechazo—fue cómo sucedió.
“Esta era una historia, y la historia terminó de una manera que no tuvo una resolución real. Mike cometió un error—debería haber llamado a la competencia primero. Pero sí, está desanimado.”
¿La Última Vuelta para Mike Wallace?
El fallido regreso a Daytona de Wallace no se trató solo de carreras—fue sobre cerrar ciclos, legado y un último viaje para honrar el pasado.
Ahora, en lugar de una despedida en Daytona, su historia termina con un rechazo amargo y la pregunta persistente: ¿Debería NASCAR haber manejado esto de manera diferente?
Para Wallace, la puerta puede estar permanentemente cerrada. Pero para los fans que han seguido su viaje, una cosa es clara—merecía algo mejor que esto.