En el vibrante caos del E-Prix de Ciudad de México, Oliver Rowland ofreció una clase magistral en carreras, convirtiendo una montaña rusa de emociones en una victoria triunfante. Enfrentándose a un inquietante recuerdo de la apertura en Sao Paulo y a una serie de desafíos de infarto, la tenaz determinación de Rowland y su pura brillantez en la pista destruyeron el dominio de Porsche en Ciudad de México y aseguraron su cuarta victoria en Fórmula E.
El Fantasma de Sao Paulo Regresa—Casi
La carrera de Rowland fue un thriller táctico desde el principio. Posicionado en cuarto lugar, se estaba preparando para desatar sus últimos seis minutos de Modo Ataque, sentado detrás de Jake Dennis y el formidable dúo de Porsche, Pascal Wehrlein y Antonio Felix da Costa. Justo cuando comenzó su ataque, una colisión entre David Beckmann y Zane Maloney provocó un coche de seguridad, obligando a Rowland a pausar su asalto.
«¡No puedo creerlo! Otra vez,» se quejó Rowland por la radio, recordando cómo un escenario similar en Sao Paulo le arrebató la victoria de las manos.
Pero esta vez, los marshals mexicanos trabajaron rápidamente, y Rowland aún tenía poco más de un minuto de Modo Ataque cuando se reanudó la carrera. Esa ventana resultó ser todo lo que el piloto de Nissan necesitaba para transformar su destino.
Tres Movimientos, Una Vuelta y una Apuesta Audaz
A medida que el coche de seguridad agrupaba el pelotón, Rowland se encontró justo detrás del coloso Porsche. Lo que siguió fue una audaz exhibición de adelantamientos precisos:
- Jake Dennis en la Curva 1: Rowland aprovechó la vacilación de Dennis, pasando limpiamente.
- Pascal Wehrlein a mitad de vuelta: Con un sutil amago, Rowland forzó a Wehrlein a cometer un pequeño error, aprovechando el hueco.
- Antonio Felix da Costa en el estadio: En un emocionante movimiento final, Rowland se arriesgó en la sucia línea exterior para frenar tarde y adelantar a da Costa en la Curva 12, tomando la delantera.
«No tuve tiempo para planearlo, fue todo instinto,» recordó Rowland. «Con Antonio, pensé, ‘F** it, voy a entrar.’”*
La multitud estalló cuando Rowland completó su hat-trick de adelantamientos, consolidando una ventaja que no cedería.
El Segundo Coche de Seguridad y un Final Nervioso
El drama no había terminado. El Jaguar de Mitch Evans se estrelló, lo que provocó otro coche de seguridad y preparó un final tenso. A pesar de ser pobre en energía en comparación con da Costa, las habilidades defensivas de Rowland se mantuvieron firmes. Los intentos del piloto de Porsche por recuperar la delantera resultaron infructuosos, ya que la maestría táctica y la agresión de Rowland prevalecieron.
«Sabía que los Porsches tenían un poco más de energía, pero esta era mi carrera para perder,» dijo Rowland. «No iba a dejar que se me escapara.»
Una Victoria Dedicada a un Compañero Ausente
La victoria de Rowland fue especialmente emotiva, ya que la dedicó a su ingeniero de rendimiento, Asier Sebastien Galardi, quien fue hospitalizado con sospecha de apendicitis antes de la carrera.
«Ha hecho un trabajo absolutamente excelente para nosotros. Incluso antes de ir al hospital, pasó a decir: ‘He hecho algunos cambios, pero tengo que irme.’ Esta victoria es para él,» dijo Rowland, prometiendo visitar a Galardi antes de volar a casa.
Una Victoria de Luchador para los Libros de Historia
El triunfo de Rowland no se trató solo de una estrategia inteligente o de velocidad pura—fue una victoria de piloto, forjada a través de la tenacidad, el atrevimiento y la capacidad de superar la adversidad. Con esta victoria, Rowland ahuyentó los espectros de oportunidades perdidas y demostró por qué sigue siendo uno de los competidores más emocionantes de la Fórmula E.
Los aficionados mexicanos, conocidos por su pasión y aprecio por la conducción intrépida, le dieron a Rowland una bienvenida de héroe, reconociendo una actuación de la que se hablará durante años.